jueves, 6 de octubre de 2016

Racionalidades neoliberales. Antonio Palacios

Este artículo fue originalmente publicado en el número 9/10 del fanzine COTARRO, de la editorial Piedra Papel Libros.

Resulta imposible comprender qué es el neoliberalismo, sin entender que sobre todo es un conjunto de formas de ser, pensar, actuar, aprender, enseñar o producir sin dicotomías, ni dialécticas, ni síntesis, cuyas racionalidades son políticas. Desde una perspectiva semiótica no existen regímenes de signos aislados de lo político ni de lo pragmático, tal y como en cambio mantiene la lingüística. Las racionalidades del neoliberalismo forman una axiomática, que no programática, basadas en el liberalismo clásico o revisiones ulteriores, la teoría de la elección pública y las teorías matemáticas de juegos de John Nash.
Merece ser destacado que resulta crucial para su comprensión la idea de proceso, que rompe con las dicotomías forma – contenido, ya que las estructuras determinan sus funciones y procesos, así como sus funciones determinan sus estructuras y procesos o de la misma forma, sus procesos determinan sus estructuras o funciones.
Las estructuras del neoliberalismo se caracterizan por poseer un fuerte sentido jerárquico, como bien señala la teoría de sistemas que todos los sistemas mantienen. Por más que se organizen en redes que alternan, conectan o hibridan niveles locales y globales, poniendo en conexión regímenes de signos, niveles y dimensiones muy dispares, por las cuales la energia o la información circula de sus centros neurálgicos hacia la periferia en forma de retroalimentación. Lo cual permite al conjunto del sistema aparte de su supervivencia, la determinación de su direccionalidad y rotas las dicotomías forma – contenido determinar los límites propios del sistema, entendiendo que los límites de un sistema se presentan fundamentales en su identidad.
Las funciones del neoliberalismo suelen ser metas basadas en ideas a modo de fines en sí mismas, tras las cuales sólo se hallan ejercicios de poder, estructurados en objetivos, tareas y actividades, que ya sean de forma social o transindividual se mueven en un gradiente intensivo entre la producción y el control de la subjetividad.
Al contrario que en una concepción lineal y acumulativa de la historia, el neoliberalismo no supone el abandono de ciertas lógicas, sino que más bien como ocurre en la lógica formal estas lógicas se combinan construyendo unas racionalidades propias.
Desde un punto de vista procesual, el neoliberalismo, al dotar de sentido y orden a lo real, conectando regímenes de signos y dimensiones muy diversas, producen serios y deficientes problemas de comunicación, al ocupar varios niveles diferentes, conectar mensajes u órdenes contradictorias o antitéticas, siendo preciso indicar que siempre es imposible escapar a la comunicación.
En resumen, el neoliberalismo no es un sistema total ineludible sino unas formas políticas de gobernanza más entre otras muchas formas. Muchos son los retos que plantea, pero en uno de sus límites se encuentran ciertos tipos de participación, que han comenzado a desplegarse bajo muy diversas formas desplazando a la mera representación, entendida como una forma pasiva de delegación y decisión. Siendo fundamental la creación, proliferación y conexión de redes de trabajo político con voluntad simétrica y capacidad de desbordar las racionalidades neoliberales en todas las dimensiones, niveles y campos de la sociedad a través de la potencia de la multitud.

Antonio Palacios

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